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Neuroaprendizaje: aprender a aprender y el funcionamiento del cerebro en el proceso

  • Foto del escritor: Néstor Braidot
    Néstor Braidot
  • 17 abr
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 9 may

Néstor Braidot

Resumen

Como resultado del avance de las neurociencias, cada vez son más las disciplinas que utilizan los conocimientos sobre el cerebro con diferentes objetivos y desde campos muy diversos. La neuroeducación no es ajena a este interés, más aún, su propio nombre es portador de un significado que anticipa una nueva visión del proceso enseñanza-aprendizaje.


Esta nueva visión involucra un conocimiento profundo sobre el funcionamiento del cerebro, fundamentalmente, el rol de las células que lo integran, los procesos de comunicación que se establecen entre ellas conformando las redes neuronales, la influencia del medio ambiente, la activación de los genes, los sistemas sensoriales, el sistema motor y, particular (y más profundamente) todo lo relacionado con los procesos de atención, concentración, memoria, lenguaje, comunicación y los mecanismos subyacentes.



Desarollo

Funciones ejecutivas y atención

Las funciones ejecutivas, tal como su nombre lo indica, refieren al funcionamiento ejecutivo del cerebro. Metafóricamente, pueden compararse con el trabajo del rector de una universidad que se ocupa de integrar y coordinar las funciones de los miembros de su equipo para alcanzar resultados satisfactorios.


De este ejemplo sencillo se desprende con claridad el rol de la atención: ni el líder ni los demás participantes podrán trabajar bien si se ven alterados dos de los mecanismos clave de un desempeño cognitivo eficaz: la atención y la concentración.



Las funciones ejecutivas del cerebro

Antes de introducir el tema, es necesario subrayar que la denominación “funciones ejecutivas” suscita algunas controversias en la comunidad científica, razón por la cual transcribiré varias definiciones.



Lo que no se discute es que son habilidades cognitivas dirigidas al servicio de una meta. Por ejemplo, cada vez que usted prepara su agenda, está utilizando sus funciones ejecutivas, lo mismo ocurre cuando se concentra en un tema, cuando razona, cuando estudia, cuando toma una decisión, cuando emite una opinión, cuando se relaciona con sus vecinos, cuando va a comprar un regalo.



"En todas las actividades que normalmente definimos como intelectuales, afectivas y sociales están presentes las funciones ejecutivas."

Dado que son esenciales para resolver problemas, su funcionamiento suele estar asociado a la inteligencia, fundamentalmente, a la que se necesita para establecer rápidamente las relaciones entre los hechos, comprenderlos y tomar decisiones acertadas.


Sin embargo, las funciones ejecutivas tienen una participación clave en aspectos como la autonomía, el libre pensamiento, la motivación y las emociones.


Parece complicado, sin embargo, no lo es. Por ello, y para completar mi propia conceptualización sobre el tema, he seleccionado definiciones de tres especialistas que se exponen gráficamente en la página siguiente. La más abarcativa es la de Saver y Damasio.



Tal como se desprende del cuadro, todos coincidimos en que de estas funciones dependen habilidades que son sumamente importantes para el pensamiento y la toma de decisiones; también estamos de acuerdo en que la construcción de relaciones sociales y afectivas está controlada por este sistema, que interviene en todo lo que hacemos minuto a minuto, segundo a segundo.


Por ejemplo, desde que suena el despertador y comienza el día hay una secuencia de pensamientos y acciones, como ducharse, vestirse, desayunar, leer el diario, tomar el metro y dirigirse hacia un lugar determinado que requieren de un correcto funcionamiento de estas funciones, aunque se trate de comportamientos rutinarios.

Si hay fallas o deficiencias en este sistema, pueden producirse problemas como los

que se describen en el cuadro siguiente:


Síntomas que pueden revelar un mal desempeño de las funciones ejecutivas

  • Distracción, dificultades para focalizar la atención y concentrarse.

  • Dispersión: inconvenientes para iniciar y finalizar una tarea.

  • Fallas de memoria.

  • Inconvenientes en la formulación de metas, planificación y ejecución.

  • Impulsividad.

  • Carencias en la construcción de relaciones afectivas y sociales.

  • Dificultades para manejar secuencias de información.

  • Poca habilidad para establecer el orden temporal y organizar el tiempo.

  • Reducción de la fluidez verbal.

  • Comportamientos que provocan rechazo social debido a fallas en el control de los impulsos.


Quisiera destacar que, aun cuando intervienen en la vida afectiva, las funciones ejecutivas se consideran cognitivas por excelencia, ya que (recuerde el ejemplo del rector), desempeñan una especie de liderazgo.


Por ejemplo, para aplicar conocimientos derivados de la neuroeducación, un disertante, académico o profesor debe interiorizarse sobre aspectos básicos relacionados con el funcionamiento cerebral, tener habilidad lingüística para elaborar verbalmente conceptos, memoria para recordar otros con los que pueda hilarlos, y utilizar estímulos que mantengan activos los sistemas atencionales de quienes lo escuchan.


Si su cerebro no contara con una función que coordine y controle a las otras, difícilmente podría orientar su propio comportamiento hacia la meta de motivar a sus alumnos para que mantengan interés en el tema sobre el cual expone.


Por último, y esto es muy importante:

"Los malos hábitos afectan el desempeño de las funciones ejecutivas, por ejemplo, dormir mal y poco, eludir la actividad física, darle rienda suelta al sobrepeso, consumir drogas y alcohol, vivir estresado y no hacer nada para evitarlo."

El rol de la atención en el aprendizaje

Dice el neurocientífico español Francisco Mora «la atención es una ventana que se abre en el cerebro a través de la cual se aprende y memoriza la información que procede del mundo que nos rodea» 1


Así, con esta sencillez, deja en claro que sin esta función no hay aprendizaje ni memoria, y lo más importante: «la atención consigue el ensamble funcional de neuronas dispersas de la corteza cerebral y el tálamo, activando el mecanismo de la conciencia».


De esto se desprende claramente que uno de los temas en los que trabaja intensamente la neuroeducación es en proporcionar las herramientas para que quien educa adquiera las capacidades necesarias para estimular la curiosidad de quienes aprenden y, asimismo, trabaje sobre sus propios sistemas atencionales para generar un proceso de feedback, dado que tampoco se producirá el aprendizaje si el emisor no recibe respuestas a los mensajes que emite, y viceversa.


Este concepto nos lleva, a su vez, al de escucha activa, que consiste en la habilidad de escuchar no sólo lo que el otro está expresando a través de sus palabras, sino también las emociones, ideas y pensamientos que subyacen en éstas “prestando atención” a su lenguaje no verbal.


Haciendo «foco»

La atención puede definirse como una cualidad de la percepción. Es una especie de llave hacia la memoria y funciona como un filtro de los estímulos que una persona recibe del medio ambiente: selecciona los que son más relevantes y establece prioridades.


Ahora bien, desde una perspectiva neurobiológica, esta es una definición reduccionista, dado que hay muchos tipos de atención, y el cerebro utiliza redes y circuitos neuronales diferentes según cada modalidad.


Por ejemplo, hay una atención típica de momentos en los que estamos despiertos, pero no nos concentramos detalladamente en cada cosa que hacemos, como cuando vamos de una parte a otra de la habitación mientras nos vestimos sin focalizar en cada detalle. En estos casos, la atención cumple una función orientativa.


Ahora, si al abrir la ducha nos equivocamos de canilla y sale agua fría en pleno invierno, la atención orientativa pasa inmediatamente a una atención de foco: cerramos el grifo y abrimos el otro en menos de un segundo. Y si al abrir el grifo notamos que hay fallas y debemos ir a buscar herramientas para ajustarlo o repararlo (para lo cual necesitamos secuencias de razonamiento) estamos utilizando la atención sostenida.


¿Qué pasaría si en ese momento sonara la sirena de los bomberos en la puerta del edificio donde vivimos? Sin duda, la preocupación instintiva por el peligro movilizará nuestros sistemas de atención vigilante, activando áreas diferentes del cerebro entre las cuales está la amígdala (que se ocupa de la mayor parte del procesamiento emocional, en este caso, el miedo). Como vemos:


  • No tenemos uno sino varios sistemas atencionales y estos no se superponen.

  • Pasamos de un tipo de atención a otro en milésimas de segundo, en función de

    la situación que estemos viviendo en un momento determinado.


Funciones de la atención e implicancias de la concentración

Del mismo modo que no hay un solo tipo de atención, sino varios, no existe una única función de la atención, sino varias. Las resumo en el cuadro siguiente:



Como cualidad de la percepción, la atención cumple un rol extraordinario al liberar al cerebro del caos que genera la multiplicidad de estímulos que le llegan segundo a segundo.


Al decidir cuáles sirven y cuáles no, activa los mecanismos de concentración, dándole prioridad a los que son valiosos. Esto involucra una actividad más intensa de la conciencia debido a los diferentes determinantes de la atención, que pueden ser:


1. Internos: son propios de cada individuo, tienen que ver con sus intereses y aspiraciones, con lo que le gusta y lo que no, con lo que les sirve y lo que no.

2. Externos: se originan en el medio ambiente.


Estos determinantes nos permiten establecer las siguientes diferencias con relación a la concentración:



Como vemos, la concentración exige mantener la atención en un hecho, una tarea, un conjunto de datos, una persona o un informe durante más tiempo. Es estar aquí y ahora sin distraerse.


Se trata de una destreza o habilidad que puede mejorarse y potenciarse con un entrenamiento adecuado. Por ejemplo, si el estudiante que eligió Yale tiende a dispersarse, lo más conveniente es que recurra a un gimnasio cerebral o a un instructor para resolverlos antes de ingresar. De no ser así, tendrá muchas dificultades para subir exitosamente cada peldaño de su carrera.


Densidad de atención

La expresión densidad de atención alude a la cantidad de atención que una persona le presta a un tema, hecho, persona u objeto determinado durante un lapso de tiempo, y está estrechamente relacionada con la con la concentración:


Cuanto mayor sea la concentración, mayor será la densidad de atención.


Este fenómeno es explicado también por la física cuántica:



En esta disciplina, el “efecto observador” sostiene que donde se pone la atención, se pone la energía, por lo tanto, la atención puede modelar literalmente el cerebro debido al fenómeno de la neuroplasticidad.


Este es un tema tan apasionante que analizarlo llevaría un libro completo (lo estoy escribiendo). De momento, invito al lector a profundizarlo en la bibliografía especializada.


Conclusión

Comprender cómo funciona el cerebro no es una tarea exclusiva de neurocientíficos: hoy más que nunca, quienes enseñan y quienes aprenden están invitados a convertirse en exploradores de este fascinante universo. Las funciones ejecutivas y la atención no son conceptos abstractos, sino herramientas concretas que usamos a diario —muchas veces sin darnos cuenta— para organizar, planificar, decidir, relacionarnos y construir conocimiento.


La neuroeducación, al tender puentes entre la neurociencia y la pedagogía, nos ayuda a ver con mayor nitidez lo que antes intuíamos: que el aprendizaje no es solo una cuestión de voluntad, sino también de condiciones biológicas, emocionales, ambientales y cognitivas. Y que la atención, más que un simple “estar presente”, es una danza compleja de sistemas que se activan, se adaptan y se entrenan.


Si queremos formar mentes lúcidas, curiosas y autónomas, necesitamos repensar nuestras prácticas y tomar conciencia de que enseñar implica mucho más que transmitir contenidos: implica también conocer cómo se encienden, se conectan y se fortalecen las redes neuronales de quienes tenemos enfrente. Porque, como sostiene la física cuántica, donde ponemos la atención, ponemos la energía, y esa energía puede transformar no solo el aprendizaje, sino la vida entera.


Bibliografía recomendada

Braidot, N. (2024). Revolución cuántica: ¿Cómo nos hará más felices? LID Editorial.

Braidot, N. (2024). Los milagros de la mente: Entrenamiento neurocuántico. LID Editorial.


1. Mora, F, Neuroeducación, Alianza Editorial, Madrid, 2013/14.

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