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Educar y educarse entre pantallas, ¡todo el día con el móvil!

  • Foto del escritor: Sara Serrate Gonzáles
    Sara Serrate Gonzáles
  • hace 6 días
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: hace 11 horas

Sara Serrate González José Manuel Muñoz Rodríguez Agustín Huete García


Resumen

Vivimos rodeados de pantallas: en casa, en la escuela, en el trabajo, desde la mañana hasta la noche. El móvil, la tableta y el ordenador parecen parte de nosotros. Pero, ¿qué impacto tiene esta hiperconexión en cómo vivimos, aprendemos y nos relacionamos? 

Los autores, fruto de trabajos de investigación realizados desde la Universidad de Salamanca por el Grupo de Investigación Procesos, Espacios y Prácticas Educativas -GIPEP-, ponen el foco en cómo las pantallas están transformando la vida de la infancia y de la juventud, las familias y los entornos educativos.



Desarrollo

Las mayores posibilidades de conexión mundial ya están entre nosotros, a excepción de lugares y gentes donde la brecha digital aún forma parte de sus vidas. Vivimos en un mundo en el que la digitalización forma parte de nuestro día a día. El vertiginoso avance en las conexiones a Internet, la instantaneidad de la información, la democratización en el acceso a la misma de forma abierta y el desarrollo de las tecnologías, móviles principalmente, cada vez más sofisticadas, son las características principales que, desde hace unos años, ya casi décadas, definen la sociedad actual. El futuro inmediato pasa a ser la automatización masiva a partir de la lógica digital.


Estamos en la era de lo posdigital, la cuarta revolución industrial, marcada por el posthumanismo, la era de la neuro tecnología y biotecnología, y el desarrollo de estudios en torno al cerebro, la inteligencia artificial y los Big Data. La tecnología trae consigo cambios en las esferas interindividuales, en los procesos de comunicación, relación, afecto y, por ende, educación. Una nueva revolución tecnológica que modifica la manera de vivir, de trabajar, de relacionarnos, caracterizada, en parte, por los nuevos roles que se le otorga a la inteligencia artificial representada en robots que llevarán a cabo tareas, hasta hace bien poco, reservadas para la especie humana.


Entorno virtual donde los jóvenes interactúan socialmente con avatares, a través de dispositivos físicos, -gafas, sensores, etc.- y que representa una metáfora del mundo real, pero sin limitaciones físicas. El mundo digital al que nos conectamos y donde nos introducimos con otros usuarios y actuamos como si realmente estuviéramos entre ellos. Supone ir más allá del mundo virtual, en el que quedarán registrados nuestros movimientos y donde un ente análogo a nosotros actúa según le vayamos diciendo.


Ante la llegada de este nuevo orden social, en educación es preciso estar atentos y analizar, a partir de evidencias científicas, las aportaciones que puede tener en el mundo de la educación, y en particular en la vida juvenil. Nos obligará a diseñar un nuevo código ético, a desarrollar una cultura pedagógica y a rediseñar la explicación de los procesos de construcción de la identidad en los jóvenes.


Un nuevo orden social que nos ha llevado a una era en la que la conectividad no sólo funciona entre las personas más jóvenes, sino que se ha expandido a la conectividad entre los seres humanos y sus productos y dispositivos, el denominado internet de las cosas. Un sistema que permite medir y monitorear la actividad de objetos y organismos vivos, acompañados por dispositivos y sistemas ciber físicos que superan los límites marcados por nuestro patrimonio biológico, corporal y genético, superando incluso los procesos de comunicación intersubjetiva por procesos de comunicación entre personas y algoritmos.


Un hecho que, a la Pedagogía, en términos generales, y a la acción educativa, en particular, no puede pasar desapercibido (Suárez-Guerrero y otros, 2024). La epistemología tecnológica surge de la transformación del orden natural prestablecido, en el cual la especie humana en general y la juventud en particular pasa a ser, en parte, tecnológica porque en su naturaleza ha emergido un contexto tecnológico; lo que provoca una reontologización del mundo, con la consiguiente reconceptualización de las relaciones entre el joven y su entorno, con implicaciones incuestionables en las formas de abordar la educación, algunas ni siquiera intuidas todavía. Una reontologización que viene caracterizada por trasladar y conectar lo físico y lo virtual, transformando la concepción que hasta ahora teníamos de las dimensiones espacio y tiempo y de los artefactos y agentes intervinientes en los procesos de relación, comunicación e incluso construcción del conocimiento entre la gente joven.


Un panorama que repercute en la vida humana juvenil hasta el punto que, a decir de algún autor, se reevalúa su vida, su naturaleza (Floridi, 2014; 2015), comenzando por la reconsideración de los artefactos que median sus relaciones con el mundo, siguiendo por la de su entorno de convivencia, natural y virtual o artificial, y terminando en su propia reconsideración. Los artefactos en última instancia, y su naturaleza informacional, son los promotores de todo el proceso. 


Presentamos una forma alternativa de ver la tecnología, de ver el uso del móvil por parte de los jóvenes. La interpretación de las tecnologías debe superar la mera concepción instrumentalista que no va más allá de comprender el móvil desde un punto de vista performativo, es decir, instrumento que nos facilita la vida y nos permite llevar a cabo funciones de forma más óptima y eficiente. La tecnología, en cuanto que innovación disruptiva no se sostiene con facilidad, porque no es una industria como tal, sino que se asienta básicamente en la naturaleza relacional y en las formas en que la juventud se comunica y vive. Al contrario, hemos de pensar la tecnología como elemento constitutivo del ser humano joven, porque les permiten la conformación de experiencias educativas, de procesos de construcción identitario, incidiendo incluso en sus maneras de pensar y hacer cosas, de representarse incluso. Les constituyen como seres humanos porque terminan influyendo en las posibilidades de acción y de pensamiento, de sentimiento, llegando a dar forma a los mecanismos de comprensión y realización de una actividad.


Los procesos de relación del joven con su teléfono móvil se traducen, por tanto, en el hecho de que son más de lo que pueden hacer y consumir con la tecnología, aunque se les pasa desapercibido por el hecho de estar enganchados a ellos. Les hacen consumir tecnología, entre otras cosas porque dependen de ella, aunque no siempre satisfagan sus necesidades. Se obsesionan con lo que la tecnología les permite consumir, dejando de lado aquello que tiene que ver con los procesos de concepción de sí mismo, de su gente y de la sociedad.  


Conviene a la Educación estudiar la forma en que, desde los escenarios online, sociales y culturales, se entienden las prácticas culturales juveniles que, a su vez, nos pueden llevar a pensar, expresar y transformar tanto las propias prácticas sociales como las formas de operar e interpretar de los propios jóvenes, afectando al desarrollo de su identidad personal y colectiva.


Comprender cómo esta tecnología actúa y transforma sus formas de vida, de hacer cosas y de pensar y, en definitiva, de entender el mundo que les rodea, se presenta como una cuestión vitalmente necesaria a estudiar desde la educación. Resulta fundamental que la Pedagogía, y la Educación, en particular, aborden y estudien las implicaciones de lo digital en la vida humana juvenil, de lo contrario estaríamos dejando la educación de nuestros hijos y estudiantes en manos de dispositivos y aparatos que no fueron diseñados con una finalidad educativa, pero que sí coadyuvan a llevar a cabo determinados comportamientos, produciendo, a su vez, efectos educativos.


Conclusión

Con un enfoque ameno pero riguroso, los autores Sara Serrate, José Manuel Muñoz y Agustín Huete exploran los retos y oportunidades de esta revolución, desde la construcción de la identidad digital de los jóvenes hasta las preocupaciones de las familias y el papel de la tecnología en la convivencia escolar. Lejos de demonizar o idealizar, su trabajo busca un equilibrio: ni esclavos de las pantallas, ni ajenos a ellas, sino ciudadanos tecnológicos conscientes. Porque educar (y educarnos) sigue siendo la clave para construir un futuro mejor.


Bibliografía de referencia Serrate González, S., Muñoz Rodríguez, J. M., & Huete García, A. (2025). Educar y educarse entre pantallas: ¡Todo el día con el móvil!. Madrid: Narcea Ediciones.  Redes sociales Instagram

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